Los aborígenes en medio de la globalización

Las últimas generaciones jóvenes de las sociedades no indígenas nacen invadidas de tecnologías y medios de comunicación, con el cual van construyendo su identidad en un mundo plasmado de artefactos técnicos. Sin embargo, en la población joven perteneciente a comunidades indígenas se corre el riesgo de perder la cultura ancestral, ya que la implementación tecnológica a sus colectividades hizo que se fueran cambiando los modos de vida, hasta las maneras de construir su propia identificación.

Entendamos que los adolescentes no sólo están edificando su identidad de acuerdo a lo que vivieron en la tradición; costumbres, usos, creencias, lenguaje y vestimenta, sino que con la llegada de la globalización (proceso de expansión de la cultura europea y moderna a escala, como su nombre lo indica, global) están adquiriendo códigos globales que vienen desde los medios de comunicación o el uso de tecnologías.

Este proceso de definición identitaria resulta de por sí conflictivo pero en condiciones como las de los jóvenes indígenas resulta aún más complejo puesto que no sólo deben elegir sus referentes de identificación de elementos globales o tradicionales, sino que también deben ganar la aceptación de los adultos de su comunidad.

Ahora bien, el joven no solo se confronta a una cultura global, sino que además al estar introducidos en su tierras nativas se enfrenta al punto de vista de sus mayores. Aquí existe una discriminación, hasta me atrevo a decir que es una doble exclusión: una por ser joven; otra por ser indígena. La primera, por parte de sus mismos familiares; la segunda, por los blancos.

El enfoque del adulto siempre implica una visión negativa de la juventud a causa de que está en un proceso de madurativo, en busca de un sentido de pertenencia y de una identidad propia, porque está en la sangre de sus superiores querer continuar con lo tradicional pero, entonces es ahí cuando el adolescente hace una ruptura con su cultura y, al no tener apoyo familiar, optan por no reproducirla para luego meterse de lleno a una cultura consumista.



En esta imagen puede apreciarse la contradicción que hay entre las acciones de los originarios más grandes y sus posturas ideológicas, ya que hablan de que tienen un futuro perdido porque sus jóvenes están sometidos a un conocimiento más avanzada, a una cultura masiva, pero a su vez es tal el grado de invasión del proceso de globalización que hasta ellos mismos, quieran o no, consumen lo que les ofrece la cultura occidental o actúan de la manera que los hacen otros individuos.

No obstante, para los jóvenes indígenas o no, el consumo cultural es necesario porque es como una forma de identificación/diferenciación social y la consolidación de una cultura/mundo que repercute en los modos de vida, en el aprendizaje y en la interacción con los otros. Por otro lado, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías son fundamentales en la configuración de nuevas formas de sociabilidad juvenil.

Al fin y al cabo, si la juventud aborigen no está en constante contacto con lo nuevo, con los medios de información y con los artefactos tecnológicos no tiene posibilidades de crecer en la esfera social, laboral y económica porque este conjunto de cosas son “indispensables” para el desarrollo humano. De ahí a que la globalización nos consuma a nosotros es otra cuestión a desarrollar aparte.

Eliana Lacerenza